Historia de la Moneda Venezolana

Publicado en por Jose Felix Marcano

Época Prehispánica

 

En el continente americano los aborígenes no conocieron la moneda en su concepto moderno, ellos efectuaban sus operaciones cambiarias, con las distintas tribus, al estilo de trueque por medio de diferentes productos a manera de moneda, entre ellos el urao (especie de salitre amargo extraído de la laguna ubicada en Lagunillas de Mérida) la sal, el tabaco y el algodón. En el Tocuyo, por ejemplo, los indígenas empleaban una moneda llamada quiteroque, que consistía en unas cuentas pequeñas de caracoles, de piedrezuelas de poco valor y huesos de animales, con las que hacían todo tipo de tratos. Entre los relatos de la época se observa el comercio que realizaban, por ejemplo, los coanao, tribu del occidente del Lago de Maracaibo llevando a vender a tierras adentro sal a cambio de oro labrado en águilas, zarcillos y otras piezas. Los caquetíos y guaycaríes hacían mercado, cambiando frutas y otros víveres por pescado.

Un fenómeno muy importante llama la atención a través de los relatos sobre los primeros intentos de colonización española en Venezuela. Todos los autores están de acuerdo en que los indios recibieron complacidos a los extraños visitantes, y es notable la buena disposición de los indígenas para el trato con los españoles, en los que ambos encontraron grandes ventajas. Es de notar en los relatos de los primeros viajes a las costas venezolanas la familiaridad de los indígenas con las operaciones de trueque, la afición a ellas y la existencia de un intercambio más o menos regular entre unos pueblos y otros de la costa y del interior del país. Así mismo, se observaba en los indígenas cierta astucia en las operaciones de cambio, pues no daban con facilidad sino aquellas cosas que tenían en abundancia, pero de las que tenían en poca cantidad, no se desprendían con facilidad. También se observó la acción de regateo la que demuestra alguna experiencia en el trueque y cierto concepto ya formado de la medida del valor. El valor real de las cosas estaba determinado por el esfuerzo y la fatiga consumidos en fabricarlas o adquirirlas. Los indios tenían ante todo el sentido de la utilidad, la noción de valor de uso; en tanto que los españoles tenían el conocimiento más adelantado de valor de cambio. Para los indios, las perlas eran de una importancia muy secundaria, hasta el punto de ser un subproducto, pues ordinariamente pescaban las ostras para comerlas, y sin duda era un alimento apreciado. Por esto el intercambio se hacía con regocijo de ambas partes, ya que a los indígenas les parecía increíble recibir cosas como cuchillos, tijeras, telas, alfileres y cosas de metal a cambio de objetos para ellos inservibles y abundantes. En el estado de atraso de nuestras tribus, el cuchillo tuvo que representar una innovación tan importante como el empleo de la electricidad en la sociedad civilizada.

Época Capitanía General

Durante todo el Siglo XVII continuó la escasez de moneda metálica. Los productos del campo adquirieron tal importancia que con ellos se pagaban inclusive los diezmos, primicias de Dios y los derechos reales. Para las transacciones mayores se usaban el oro en barras, pepitas o polvo. Las pocas monedas que circulaban provenían de los envíos que de ellas se hicieran desde España o sus dependencias americanas en los barcos que arribaban a Venezuela ocasionalmente.

Finalmente en el Siglo XVIII con la instalación de la Compañía Guipuzcoana, empezó a florecer el comercio y con ello aparecieron las monedas como medio de pago común. Primero fueron piezas españolas e hispanoamericanas traídas por la Compañía Guipuzcoana como producto de sus transacciones. Pero a raíz de la prohibición de la circulación de monedas americanas en España a mitad del siglo, hubo que regresar todas las monedas provenientes de las cecas españolas, provocando de nuevo la escasez de circulante.

Ante tal situación, tanto la Gobernación como la Compañía Guipuzcoana introdujeron al país una considerable cantidad de monedas "macuquinas"". Se trataba de piezas de plata de forma irregular, provenientes de Lima, Potosí y México, donde fueron acuñadas en los Siglos XVI, XVII y principios del Siglo XVIII.

Por el anverso tenían la cruz equilateral de Jerusalén y en los cantones formados por sus brazos, llevaban las insignias españolas: castillos y leones. Por el reverso el diseño representaba toscamente las dos columnas de Hércules, emergiendo de líneas ondeadas simulando el mar. Completaba el campo la indicación del valor, la leyenda Plus Ultra y algunas iniciales. Estas monedas recortadas fueron por muchos años casi el único medio de pago en Venezuela, perdurando su uso hasta los primeros años de la República.

Época Colonial (1802-1809)


La época de la colonia abarca desde las primeras acuñaciones realizadas en Caracas por el Ilustre Ayuntamiento.

Ell desarrollo de la economía venezolana durante el siglo XVIII se caracteriza por una inadecuada circulación monetaria. Las transacciones se veían constantemente entorpecidas por la falta de monedas, esto dio origen a que los comerciantes fabricaran las llamadas "señas" o "fichas" que si bien facilitaron en cierta forma el comercio al menudeo, también trajeron inconvenientes al público ya que no carecían de respaldo oficial y sólo las admitían sin reservas sus propios fabricantes, esto creaba unas relaciones de dependencia vendedor-comprador bastante perjudiciales.

Tal problema se suscitó con relación a las fichas o señas que en Cabildo ordinario reunido en Caracas el 14 de Septiembre de 1795 se trató de la siguiente manera "el uso perjudicialísimo de los pulperos al tener cierto número de pedazos de fierro, cobre o estaño, a los que dan el nombre de señas, con la cifra, marca o señal que paréceles, sirviéndose de ellas como monedas." En busca de una solución se decretó la acuñación de señas de cobre para unificar oficialmente su circulación y retirar las lanzadas por los particulares. Se ordena que se fabriquen, marquen y tengan suficiente repuesto de señas de a cuartillo y de huevo (1/8 de real) que serán repartidas a todos los pulperos y abastecedores los cuales pagarán por ellas en plata. Estableciendo una multa a quienes usen otras señas o las falsificaren.

El Ayuntamiento encargó la fabricación a Salvador del Hoyo, Maestro Mayor del Gremio de Plateros, a fines de 1802 las piezas entregadas por del Hoyo fueron 13.666 unidades de ¼ de real y 58.792 unidades de 1/8 de real. Estas señas trajeron muchas críticas, principalmente, se objetaba el hecho de que las leyes establecían que la moneda debe dársele un valor que corresponda con poca diferencia a su peso, de lo contrario, y esto fue lo que ocurría con las señas de del Hoyo, la diferencia provocaba un lucro que provocaba su falsificación. De acuerdo a este criterio las monedas de ¼ real debían pesar 10,79 gramos y las de 1/8 de real 5,39 gramos. Los pesos de las piezas acuñadas fueron 2,4 y 1,22 gramos respectivamente.

Época de la Independencia (1810-1820)
 

Comprende las actividades bajo la administración del Gobierno Patriota, con la acuñación, durante un breve lapso, de monedas con los signos de la nueva república de 1812, de 1/8 y 1/4 de real de cobre y de 1/2 y 1 real, así como la emisión de abundante papel moneda.


Declarada la Independencia y erigida Venezuela en Estado Soberano, el 5 de julio de 1811, el Supremo Congreso, con fecha 27 de agosto de aquel mismo año, decretó una "Ley para la creación de un millón de pesos en papel moneda, para la Confederación de Venezuela" los billetes creados por esta ley, de curso forzoso, fueron teóricamente respaldados por rentas nacionales y en especial por las de Aduanas y Tabaco. Sin embargo, al carecer de un efectivo respaldo se desacreditaron rápidamente. Las condiciones imperantes en el país eran las menos apropiadas para emitir papel moneda. La medida, que desde el punto de vista económico era artificial, dio por resultado una considerable elevación de los precios y el consiguiente descontento público. A esto se suma el haber desaparecido de la circulación la moneda metálica, porque se la llevaron consigo los españoles y canarios que emigraron a las Antillas y otra parte se ocultó para que no dispusiesen de ellas los patriotas. De acuerdo a la Ley, los billetes fueron emitidos con valores de 1, 2, 4, 8 y 16 pesos y puestos en circulación el 18 de noviembre de 1811. Los billetes resultaron de baja calidad y no gozaron de mucha popularidad. Por esto se aconsejó la creación de una casa de moneda menor para acuñar monedas que promovieran la circulación del comercio interior, estas monedas serían de medios, reales, y pesetas. Llevarían por un lado la inscripción Estados Unidos de Venezuela y por el otro dos palmas entrelazadas en cuyo medio se colocaría el valor que represente y alrededor año primero de la independencia.
 

El Supremo Congreso de Venezuela dictó el 25 de octubre de 1811 una Ley para acuñar un millón de pesos en moneda de cobre con el objeto de establecer una moneda provisional, que activase el comercio interior y que sirviese al mismo tiempo para la mejor expedición y uso del papel moneda.

Época de la Gran Colombia (1821-1830)
 

Durante el período de 1821 a 1830 que duró la Gran Colombia (Federación de Colombia, Ecuador y Venezuela), se acuñaron en Bogotá y Popayán monedas de oro. La Casa de Monedas de Caracas, acuñó pesetas y cuartos de real (cuartillos). En octubre de 1830, el Congreso ordenó la clausura definitiva de la Casa de Moneda Caraqueña.

El 30 de agosto de 1821 sancionó el Congreso la Constitución que había de regir los destinos de la República de Colombia. Múltiples disposiciones dictó este Congreso y, en relación con el tema que nos ocupa, fueron sancionadas tres Leyes fundamentales el 29 de septiembre de 1821 son ellas: Ley sobre ley y peso de las monedas de oro y plata, Ley sobre amonedación de la platina y Ley sobre emisión de una moneda de cobre. Se las conoce también como las Leyes de 1° de octubre de 1821, fecha de su promulgación. Estas leyes tuvieron por objeto poner fin a "los males que sufren los pueblos por la gran variedad de monedas que han introducido la guerra y la consiguiente desorganización en que nuevamente se han hallado estos países que semejantes perjuicios que se experimentan principalmente en el comercio interior, no se podrán evitar si todas las clases de monedas circulantes, no se reducen a un mismo peso y ley conocida".
Uno de los actos de vital importancia para el afianzamiento de la soberanía de la República era, pues, acuñar moneda nacional y lanzarla a la circulación lo antes posible. En consecuencia, los cuños de Bogotá y Popayán, así como el de Caracas se mantuvieron en actividad. Sin embargo, a los fines del presente estudio sólo incluiremos las acuñaciones realizadas en el departamento de Venezuela y aquellas disposiciones legales adicionales que tuvieron vigencia local.
Pocos días después de la batalla de Carabobo, el 5 de julio, en su Cuartel General de Caracas, el Libertador dictó un Decreto prohibiendo la circulación de "la moneda de cobre que con el nombre de señas, ha introducido en Venezuela el Gobierno español". Introducido debe entenderse por implantado y no por haber sido traídas las monedas de fuera, puesto que eran acuñadas en la ceca de Caracas.

República de Venezuela (1830-1863)

 

Los años iniciales de la Venezuela separada de la Gran Colombia estuvieron marcados por una gran confusión en materia de monedas, y la circulación de gran cantidad de monedas extranjeras. Al consolidarse la Independencia, la necesidad de bienes de toda especie que tenía el país favoreció un activo comercio con el exterior, especialmente a través de las colonias europeas en las Antillas. El abandono de actividades productivas a causa de la guerra, hizo imposible que este comercio se hiciese a cambio de bienes nacionales, acentuándose cada vez más el déficit de la balanza comercial. Las mercancías importadas debían pagarse en moneda aceptable en el exterior, de manera que la plata fuerte, fue desapareciendo de la circulación. De este modo se originó un comercio con el propio dinero. Se importaba moneda de buena calidad y se vendía a precios que excedían su valor intrínseco. La ganancia encarecía naturalmente las mercancías y al fin y al cabo las monedas volvían a salir del país en pago de importaciones. Sólo quedaban para las transacciones internas las monedas de baja ley, gastadas y cercenadas, a pesar de lo cual, y por su escaso número, se vieron también sobre valoradas. La escasez de numerario y su ínfima calidad, causante de muchos inconvenientes, no podía ser solucionada sino mediante la amortización y la sustitución de la mala moneda por otra de buena ley, en cantidad suficiente a las necesidades de cambio. El problema no pasó inadvertido a los hombres de la época, quienes, con toda claridad, plantearon las soluciones, pero fue imposible ponerlas en práctica porque el país había quedado en la ruina después de una guerra tan prolongada.

En los años que siguieron a la separación de Venezuela de la Gran Colombia la situación económica no experimentó cambios favorables que permitiesen al gobierno encauzar el problema de la circulación hacia soluciones definitivas. Las medidas adoptadas fueron sólo paliativas. Con el objeto de equilibrar los valores de las monedas, se fijó el precio de la onza de oro y de la plata fuerte de acuerdo con sus relaciones de peso.

Las monedas extranjeras fueron llenando el vacío ocasionado por la falta de numerario y circularon con el beneplácito general. El 30 de diciembre de 1830 las autoridades publicaron una tabla que fijaba los valores de conversión al cambio de la moneda corriente del país. En esta forma quedó legalizada la circulación de la moneda extranjera en Venezuela.

Estados Unidos de Venezuela (1864-1953)


Al promulgar la Ley de Monedas de 1857 los legisladores pensaron que se resolverían las dificultades al restablecerse el equilibrio de las monedas circulantes y adoptarse un sistema sencillo y uniforme, pero los acontecimientos políticos influyeron en tal forma que la Ley no se ejecutó en totalidad y apenas se había logrado introducir una pequeña cantidad de plata de acuerdo a las disposiciones establecidas. La moneda extranjera seguía circulando con los valores exagerados que les había fijado la tabla monetaria de 1848. Era necesario dotar al país de moneda propia que regularizara las operaciones en todo el país. Sin embargo, al tan importante problema no se le prestó la debida atención, ya que la asamblea estuvo absorbida en la elaboración de una nueva Constitución.

Ley de Monedas de 12 de junio de 1865: Se decreta una nueva ley, la cual deroga la de 1857. En ella los cambios principales son la autorización para establecer una Casa de la Moneda, aunque nunca se llevó a efecto, y se establece por primera vez que las monedas de oro y plata llevarían la efigie del Libertador, las de cobre seguirían llevando la de La Libertad.
Aún cuando el establecimiento de un nuevo sistema monetario era imperioso, la situación económica no era la más propicia, el país acababa de sufrir una larga guerra y su economía había quedado desarticulada. El desorden administrativo que caracterizó al nuevo gobierno fue tal, que contribuyó poco después a su derrocamiento.

El mal estado de la moneda circulante y la imposibilidad de ser cambiada fue motivo de continuas protestas y el público se negaba a recibirlas. Por esto, el 3 de diciembre de 1870 se dictó un decreto estableciendo el obligatorio recibo de todas las monedas lisas o sisadas, siempre que se distinguiesen alguna de las caras.

Cualquier operación de compra-venta se veía seriamente entorpecida por el pésimo estado de las monedas y la policía no lograba atender el sinnúmero de reclamos que se recibían a diario. El Consejo administrador acordó que no se recibiría para recaudación de rentas monedas que no tuvieran el peso señalado, lo cual aumentó los inconvenientes, ya que el pueblo al enterarse de que el gobierno intentaba la depreciación de la moneda lisa, se negaban a recibirla. Los especuladores aprovecharon la situación, para admitirla con descuentos del valor entre un 20 y un 50%, por lo que el gobierno tuvo que decretar una vez más la obligatoriedad de su aceptación hasta que ellos la recogieran en su totalidad.

Republica de Venezuela (1953-1998)

En 1952 el Banco Central de Venezuela informó al Ministerio de Hacienda sobre la escasez de moneda de plata que se había agudizado en los últimos tiempos debido principalmente, al desarrollo de la industria y el comercio, el crecimiento de los gastos gubernamentales y el aumento progresivo de la población. Por esto se ordenó una acuñación de monedas de Bs. 1; 0,50 ; y 0,25, lo que se realizó en la Casa de la Moneda de Filadelfia. Luego de esta acuñación se observaron ciertos inconvenientes con las acuñaciones que se realizaban en Estados Unidos, ya que allí se garantizaba la tolerancia en peso y ley por grupo de monedas y no en forma individual como lo exige la Ley de Monedas venezolana. Por esto, se consultó otras casas de monedas, y es así que las acuñaciones de 1960 se realizan en la Casa de la moneda de París, estas llevan en el anverso y a cada lado la palabra BARRE, signo de su grabador y un cuerno de la abundancia y una alondra, signos de la Administración de Monedas de París.

La Constitución promulgada en 1953 abandonó el nombre de Estados Unidos de Venezuela y restituyó el de República de Venezuela, que había estado en uso desde 1830 hasta 1863.

La Crisis de la plata: En 1965 la situación del circulante metálico en Venezuela se ve afectada por las condiciones del mercado internacional de la plata, que hace crisis ese año, y por las crecientes necesidades internas. Acentúa la escasez de circulante el atesoramiento con fines especulativos ante la posible alza del metal.

La plata fue tradicionalmente usada en la acuñación de monedas porque su valor intrínseco correspondía, con los costos de fabricación y beneficio, al valor nominal de las piezas, hecho que explicaba el alto grado de aceptación de que gozaban dichas monedas en escala mundial. A partir de la crisis de los años 30 y más acentuadamente después de la II Guerra Mundial, gran número de países: los del bloque de la libra esterlina, casi todos los países europeos y, entre los grandes productores de plata, México y Canadá, eliminaron o disminuyeron considerablemente el contenido de plata en sus monedas, sustituyéndola por metales y aleaciones apropiadas a los fines de circulación, pero de menor valor y de más fácil adquisición.

Republica Bolivariana de Venezuela (1999-Actual)

Con la aprobación de la nueva Constitución en diciembre de 1999 por referéndum popular, se cambia el nombre del país a República Bolivariana de Venezuela. El Directorio del Banco Central de Venezuela autorizó la desmonetización de las monedas fraccionarias de las denominaciones de Bs. 0,05; 0,10; 0,25 y 0,50, y de las monedas de plata de Bs. 0,25; 0,50; 1; 2; 5 y 10, las cuales ya no eran utilizadas como medio de pago. Tanto las monedas de plata como las monedas fraccionarias indicadas anteriormente dejaron de ser de curso legal a partir del 1º de abril del 2001. El 9 de agosto del 2001 el Banco Central de Venezuela pone en circulación las nuevas monedas de 10, 20 y 50 Bolívares y el 18 de enero del 2002 el nuevo billete de 10.000 Bolívares, todos con la denominación de República Bolivariana de Venezuela. La Ley del Banco central de Venezuela vigente es la publicada en Gaceta Oficial N° 5.606 Extraordinario de fecha 18 de octubre de 2002.

Tomado de: http://monedasdevenezuela.net/Historia/historia.htm

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M
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